RELATAR EL CARIBE COLOMBIANO
The sea is History.
Derek Walcott
Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias se han usado para despojar y calumniar, pero las historias también pueden dar poder y humanizar. Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden reparar esa dignidad rota.
Chimamanda Adichie
Relatar es un reto siempre. Más si se trata del Caribe Colombiano, ya tan relatado y tergiversado. Asumido por tantos escritores magníficos: Gabriel García Márquez, a la cabeza, por supuesto, y su tren amarillo cargado de bananos y de muertos; Héctor Rojas Herazo, con su casa en ruinas de Tolú; José Félix Fuenmayor, amanuense de personajes solitarios y abandonados entre las calles de Barranquilla como acaso lo es la ciudad o el Caribe mismo... Álvaro Cepeda Samudio, Manuel Zapata Olivella o Germán Espinosa o Ramón Illán Bacca, solo por citar los hitos más recientes. Y antes tantos otros... José Fernández Madrid, Candelario Obeso, Luis Carlos López, Raúl Gómez Jattin, Giovanni Quessep... Y otras: Meira Delmar, Marvel Moreno, Amira de la Rosa... Todas ellas y ellos han creado nuestro Caribe. Pero el Caribe nuestro es un prisma en movimiento y precisa las nuevas miradas, lo que se escapó a la vista de tan extraordinarios observadores o incluso lo que no quisieron o no pudieron ver porque inexorablemente el río o, más bien, el mar del Caribe llega y se va... pasa... y nosotros con él.
Nuestro Caribe entonces tiene ya una historia, que ha sido captada e inventada en los textos de estos autores portentosos y que acaso se resume en aquella precisa frase de los Kogi: "Primero estaba el mar". Y es sobre ese mar que se han tejido las redes, los textos, que lo han constituido. Paradójicamente, sin embargo, el mar, como escribiera el poeta Derek Walcott es nuestra historia y al mismo tiempo nuestro gran rival, el mar que todo lo construye y lo destruye, el mar que inventa todos los colores en Providencia o se torna oscuro y hosco llegado a Barranquilla, donde recibe las lágrimas negras del grande Magdalena o se remansa en las ensenadas de Santa Marta y del golfo de Morrosquillo. El mar que en Valledupar es la clara promesa del Guatapurí que lo busca con ímpetu alegre y siempre enamorado como un acordeón y que en Riohacha otra vez se enturbia, pero vuelve a resaltar con sus matices azules ante las arenas blancas del desierto y la sal de Manaure. El mar que riega las sabanas de Córdoba disfrazado de río Sinú.
La Red de Talleres de Escritura Creativa RELATA, ahora constituida en cinco nodos regionales, persigue el objetivo de "diseñar e implementar estrategias para estimular la lectura crítica y la cualificación de la producción literaria en las diversas regiones de Colombia, impulsando además la integración, circulación y divulgación de nuevos autores". En este particular objetivo se subraya también la pluralidad del país: "Los talleres buscan reflejar la diversidad étnica, cultural y geográfica del país", especifica el brochure de la Red.
De esa diversidad habla claramente la foto que hemos escogido para presentar el nodo Caribe de la Red, significativamente tomada en Bogotá en el marco del encuentro de directores de RELATA, realizado el pasado mes de mayo. En ella, siete de los nueve directores de los talleres que lo integran aparecemos ataviados con los abrigos necesarios para contrarrestar el frío característico de la Capital. Desde allí, como en la extraordinaria foto de Leo Matiz, hemos desplegado nuestra red que ha de caer y luego resurgir en las extensas y cambiantes aguas del Caribe, llevando su preciosa y cálida pesca al país entero.
Que esa red emerja preñada de todos los relatos que el Caribe aun guarda en sus profundas aguas.
Derek Walcott
Las historias importan. Muchas historias importan. Las historias se han usado para despojar y calumniar, pero las historias también pueden dar poder y humanizar. Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero también pueden reparar esa dignidad rota.
Chimamanda Adichie
Relatar es un reto siempre. Más si se trata del Caribe Colombiano, ya tan relatado y tergiversado. Asumido por tantos escritores magníficos: Gabriel García Márquez, a la cabeza, por supuesto, y su tren amarillo cargado de bananos y de muertos; Héctor Rojas Herazo, con su casa en ruinas de Tolú; José Félix Fuenmayor, amanuense de personajes solitarios y abandonados entre las calles de Barranquilla como acaso lo es la ciudad o el Caribe mismo... Álvaro Cepeda Samudio, Manuel Zapata Olivella o Germán Espinosa o Ramón Illán Bacca, solo por citar los hitos más recientes. Y antes tantos otros... José Fernández Madrid, Candelario Obeso, Luis Carlos López, Raúl Gómez Jattin, Giovanni Quessep... Y otras: Meira Delmar, Marvel Moreno, Amira de la Rosa... Todas ellas y ellos han creado nuestro Caribe. Pero el Caribe nuestro es un prisma en movimiento y precisa las nuevas miradas, lo que se escapó a la vista de tan extraordinarios observadores o incluso lo que no quisieron o no pudieron ver porque inexorablemente el río o, más bien, el mar del Caribe llega y se va... pasa... y nosotros con él.
Nuestro Caribe entonces tiene ya una historia, que ha sido captada e inventada en los textos de estos autores portentosos y que acaso se resume en aquella precisa frase de los Kogi: "Primero estaba el mar". Y es sobre ese mar que se han tejido las redes, los textos, que lo han constituido. Paradójicamente, sin embargo, el mar, como escribiera el poeta Derek Walcott es nuestra historia y al mismo tiempo nuestro gran rival, el mar que todo lo construye y lo destruye, el mar que inventa todos los colores en Providencia o se torna oscuro y hosco llegado a Barranquilla, donde recibe las lágrimas negras del grande Magdalena o se remansa en las ensenadas de Santa Marta y del golfo de Morrosquillo. El mar que en Valledupar es la clara promesa del Guatapurí que lo busca con ímpetu alegre y siempre enamorado como un acordeón y que en Riohacha otra vez se enturbia, pero vuelve a resaltar con sus matices azules ante las arenas blancas del desierto y la sal de Manaure. El mar que riega las sabanas de Córdoba disfrazado de río Sinú.
La Red de Talleres de Escritura Creativa RELATA, ahora constituida en cinco nodos regionales, persigue el objetivo de "diseñar e implementar estrategias para estimular la lectura crítica y la cualificación de la producción literaria en las diversas regiones de Colombia, impulsando además la integración, circulación y divulgación de nuevos autores". En este particular objetivo se subraya también la pluralidad del país: "Los talleres buscan reflejar la diversidad étnica, cultural y geográfica del país", especifica el brochure de la Red.
De esa diversidad habla claramente la foto que hemos escogido para presentar el nodo Caribe de la Red, significativamente tomada en Bogotá en el marco del encuentro de directores de RELATA, realizado el pasado mes de mayo. En ella, siete de los nueve directores de los talleres que lo integran aparecemos ataviados con los abrigos necesarios para contrarrestar el frío característico de la Capital. Desde allí, como en la extraordinaria foto de Leo Matiz, hemos desplegado nuestra red que ha de caer y luego resurgir en las extensas y cambiantes aguas del Caribe, llevando su preciosa y cálida pesca al país entero.
Que esa red emerja preñada de todos los relatos que el Caribe aun guarda en sus profundas aguas.
Antonio Silvera Arenas
Coordinador RELATA nodo Caribe
.jpg)
Comentarios